Hay un pato o un hombre. No se sabe con certeza. La expresión de su semblante, con una frente arrugada, el ceño fruncido, una boca o pico hacia abajo en función de displacer, parecen demostrar un sentimiento claramente humano, pero el color del cuerpo, que promete un blanco plumaje, y las pantorrillas amarillas indican que probablemente sea un ave. Aunque el discurso puede continuar con la incertidumbre por la eternidad, cabe la verosímil posibilidad de que este ser sea el resultado de alguna actividad genética clandestina (lo que explicaría su doble apariencia símil), hecho por el cual se haría incuestionable su reacción violenta, pues la computadora, es una evidente alusión al progreso desmedido del hombre, lo que a esta mutación (hombre o pato) puede generarle una representación mental intrínseca de las horribles atrocidades cometidas con su código genético original.
Dándole un vistazo más objetivo, nos damos cuenta que en sus orígenes este ser era un pobre pato, que ha absorbido los peores defectos del animal racional, por lo que tiene que vestirse, usar anteojos, y depender de objetos de los que antes prescindía con facilidad, para subsistir en la sociedad actual. A esto abría que sumarle la probable discriminación de la que debe ser víctima por ser un híbrido de dos animales distintos. Suficientes factores como para sentir pena por un mártir del progreso.
Damian Lovagnini Nievas
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