8/11/09

4ta Edición



Ponemos cuarta, porque si estimadísimos lectores, este nuevo número se viene a toda velocidad y no te estamos timando si te decimos que es el mejor fascículo de nuestra flamante revista, redoblamos la apuesta y ahora abandonamos nuestro rol de Marta Sánchez a lo desesperadas, porque tenemos compañía masculina, le damos la bienvenida a nuestra nueva incorporación, Damian: Bendito tu eres!!!! Al menos por esta edición porque les adelanto vamos por más con la onda de la pluralidad de géneros y el mes próximo les traemos otro muchachio para satisfacer los pedidos de las niñas lectoras.

A continuación te detallamos los segmentos, les pusimos un moñito porque ya sabes es gratis, si te gustan llévatelas puestas!





Rinconcito de literatura

Mi vecino el HDP!!!
Buenas intenciones
Instrucciones para interpretar
Odiopc

A través de mis ojos

Andaguas
Todo uno
Cólera de un intruso

Cine

Pequeña Miss Sunshine


Salidas

Y si en el Oeste está el agite este
finde dónde agitamos?
Música

Ponete algo de … The doors!

MI VECINO EL HDP!!!




Escucho a mi perra llorar, acaso me estoy preguntando ¿Qué le pasa? ¿Será otra vez su patita? … No, no y no, el tema que me desvela es ¿Este ruido molestará a mi vecino? Y si después de ciertos roces, uno trata de seguir los pasos de Gasparin para no ser advertido y que no recuerden lo acontecimientos previos. Rememorando mis primeras impresiones en esta casa, las noches donde pensaba ¿Quién hizo estas paredes tan finas? Empezaban a acecharme los sonidos de la casa vecina, esa especie de ronroneo humano me hacia saber: están en el umbral de un acto sexual, yo a lo Pink Floyd del otro lado de la pared sufriendo, sola, desvelada a las 4 de la mañana, teniendo que levantarme a las 6! Pasan 10, 20 minutos! Y el griterío es descomunal, están filmando una porno en la casa del al lado? Él con esa cara de pelmazo tiene tanta resistencia? o a ella le están pagando? o pegando? a esta altura no se distinguir de que forma la están matando, ella comienza a gritarle “Hijo de puta, hijo de puta” definitivamente algo malo pasa. Ya fue, yo llamo a la policía, media hora mas tarde los gritos apaciguan y me tocan el timbre, las luces azules intermitentes me indican que llegó la bonaerense, el uniformado se presenta como el Oficial Gutiérrez, le comento la situación, el compañero se ríe por lo bajo. Encabronadisima tranco mi puerta y voy a pegar mi oreja a la pared para ver que pasa. Se escucha un hola de una voz femenina, Gutiérrez le pregunta si esta todo bien, que les reportaron gritos e insultos, a lo que ella responde: No hay ningún problema, a mi pareja le gusta que lo insulte en ese “momento”. Y yo me arrojo con mi vergüenza a lo Suar en Comodines debajo de la cama. Pasan los días y ni asomo la cara por el barrio, mi vecino no se da por enterado y sigue haciendo demostraciones de su libido a lo Tarzán cada noche. Sigo resistiendo y mi paciencia viaja por las puertas de Alicia en el país de las maravillas, haciéndose cada vez más pequeña. Vuelvo a decir presente tratando de recuperar mi imagen de rockera empedernida y le doy play a ese CD de Erasure que tenía guardado desde la fiesta de fin de año pasado, me pongo a limpiar la vereda al ritmo del Oh l amour! la vecina de en frente sale con su cara Oh l haine (odio) a pedirme que baje la música, y debo morder mis labios, aunque sepa que esa señora esta sintonizando el canal Volver porque hace una década que deje de aceptar que me digan lo que tengo que hacer, aun así le sonrío y hago caso a su pedido, entro a mi casa y oigo golpes, la chica del ph del fondo llora, otra discusión con el gorila del marido que le pega y no se si debo subir el volumen y que la señora amargura vuelva a tirar la bronca o llamar a la policía, los gritos se acrecientan. Y si la mata? Me rondaran fantasmas acusándome de Argentina? No, definitivamente voy a llamar al 911; y ahí estoy discando el teléfono del único hombre que me visita, en media hora lo tengo nuevamente al oficial Gutiérrez en la puerta de casa: y ahora qué pasa? me pregunta, le vuelvo a exponer el inconveniente , el otro policía se ríe, me viene un deja voo, mi vecina sale con la cara ensangrentada y alega haberse golpeado con una puerta, todos sabemos que no es así pero yo quedo mal parada de vuelta . Pasan las noches y no pego un ojo igual me mantengo callada. Aprendí la lección a fuerza de insomnio. Llega el viernes, viernes trece para ser más específicos y organizo una reunión en casa, hay picada y quija. Nos concentramos estratégicamente ubicadas para llamar a los espíritus, y claro son las doce de la noche y el vecino esta exorcizando al felino que tiene por novia, que yo no duerma hace un mes es una cosa, pero que me avergüence delante de mis amigas es muy diferente, no puedo evitarlo estallo y comienzo a golpear la pared mientras le grito: Hijo de puta, hijo de puta! Después de insistir con la profesión de su madre, el maniático sexual, me toca el timbre e indignadísimo me cuestiona el motivo de mis insultos, a lo que yo respondo: estoy en una reunión, tengo entendido que te gusta que te digan Hijo de puta, yo solamente estaba colaborando para que “esto” acabe mas rápido!


Natalia Graciani.

BUENAS INTENCIONES




La muchacha solloza sentada en un banco de la plaza. A unos metros se arremolinan las palomas. Un niño les da comida, forman ciudades de círculos que se abren y cierran. Una de las aves se aparta del grupo arrastrándose, es su pequeña ilusión, que ha caído al suelo en picada. El chiquillo va tras el ave herida, preocupado, y las otras palomas lo siguen a él, porque deja un sendero de migas.

La joven marca un número en su celular, dice todavía llorando: yo tenía buenas intenciones, su voz es dulce y se interrumpe por gemidos parecidos a los de un bebé.

Un pequeño con el pantalón roto en las rodillas y los dedos desnudos, se acerca saltando las sogas que impiden pisar el pasto. Cruza los brazos y dice mirando a la paloma ¿Qué pasó acá? Con aire de ¿Qué le hicieron? Y el tono de un hombrecito cinco años mayor que él mismo.

“Se rompió un ala, la va atrapar un perro y la va a comer”.Contesta la madre del primer niño, molesta porque quiere irse a casa. Su hijo llora. La joven llora. La señora le tironea del brazo con fuerza, pero él dice que hay que salvarla ¿Qué pasó acá? El guardián de los animales repite con tono de hombre de familia, también es guardián de los menores, mirando al niño.

El niño suplica al guardián – Sabe que en él está el poder de salvar a todos, que por eso lleva los dedos descalzos y tiene ese golpe negro en la frente-. La muchacha guarda el teléfono en la cartera y se suena la nariz, ella también mira al guardián, pero como si lo viera a trasluz. La paloma herida levanta vuelo, sube a la rama de un árbol. Todos están sufriendo, nadie ve que se ha marchado, ahora ella los observa desde el árbol.


Giselle Joandet

Instrucciones para interpretar ODIOPC (imagen prediseñada)



Hay un pato o un hombre. No se sabe con certeza. La expresión de su semblante, con una frente arrugada, el ceño fruncido, una boca o pico hacia abajo en función de displacer, parecen demostrar un sentimiento claramente humano, pero el color del cuerpo, que promete un blanco plumaje, y las pantorrillas amarillas indican que probablemente sea un ave. Aunque el discurso puede continuar con la incertidumbre por la eternidad, cabe la verosímil posibilidad de que este ser sea el resultado de alguna actividad genética clandestina (lo que explicaría su doble apariencia símil), hecho por el cual se haría incuestionable su reacción violenta, pues la computadora, es una evidente alusión al progreso desmedido del hombre, lo que a esta mutación (hombre o pato) puede generarle una representación mental intrínseca de las horribles atrocidades cometidas con su código genético original.
Dándole un vistazo más objetivo, nos damos cuenta que en sus orígenes este ser era un pobre pato, que ha absorbido los peores defectos del animal racional, por lo que tiene que vestirse, usar anteojos, y depender de objetos de los que antes prescindía con facilidad, para subsistir en la sociedad actual. A esto abría que sumarle la probable discriminación de la que debe ser víctima por ser un híbrido de dos animales distintos. Suficientes factores como para sentir pena por un mártir del progreso.


Damian Lovagnini Nievas

Deberías, deberías... si no la viste deberías verla!


Titulo : Pequeña Miss Sunshine
Director: J.Dayton y V. Faris
Genero: Comedia dramática
Guión: Michael Arndt
Reparto: G. Kinnear, T, Collette, S. Carell,
P. Dano, A.Arkin y A. Breslin.
Producción: Turtle Taub, Friendly, Berger y Yerxa
Año y Origen: EE.UU. 2.006
Duración: 101 Minutos.

Critica:
Nuestra “Neo” (la elegida del mes) es Pequeña Miss Sunshine que de pequeña solo tiene el nombre y es la prueba cabal de que un buen guión y las sólidas actuaciones de todos los miembros de esta familia valen mas que cualquier superproducción hollywoodense (este es un film independiente de muy bajo costo).
La historia comienza cuando los Hoover en su totalidad emprenden un viaje para que Olive, la niña de la familia participe en un concurso de belleza infantil, pero el largo recorrido resulto ser un viaje a lo profundo de cada uno de estos seres, a bordo de una furgoneta Volkswagen tan destrozada como sus sueños. El padre de la Familia Richard es un perdedor total que trata desesperadamente de vender un libro con la formula para tener una “vida exitosa”; la madre Sheryl es una especie de malabarista tratando de sostener las piezas de lo que fue una familia; el tío Frank estudioso no azarosamente de Marcel Proust (apasionado escritor francés homosexual) recuperándose de un intento de suicidio; Dwayne el hijo mayor de la familia admirador de Nietzsche, al igual que él, toma una postura critica hacia su entorno pero todavía esconde ciertas utopías detrás de esta “inflexible” postura; el abuelo un hombre al que el paso del tiempo le ha corrompido las buenas costumbres , heroinómano y amante de la pornografía , que tiene un hermoso vinculo con Olive la pequeña Hoover a quien la sociedad trata de quitarle su inocencia sometiéndola a un banal concurso de belleza.
Esta película critica a este sistema prefabricado que nos vende una precaria idea de felicidad basada en bienes materiales y galardones artificiales; y pone de relieve la importancia de la familia en si sobre los superficiales valores sociales de una “familia tipo”.

A través de mis ojos









Este mes nos acompaña un texto del genial escritor Dylan Thomas, Fallecido a la temprana edad de 40 años, logró dejarnos trozos de su vertiginosa existencia para que podamos encantarnos con la riqueza de su prosa. Como dijo en su manifiesto poético “mi amor por la verdadera vida de las palabras aumentó hasta que supe que debía vivir con ellas y en ellas siem­pre”. Les facilitamos este bonito cuento y como siempre la interpretación de Giselle del mismo.




DESPUES DE LA FERIA







Ya estaba cerrada la feria, habían apagado las luces de los tenderetes en donde vendían las rodajas de coco, y los caballitos de madera, inmóviles en la oscuridad, aguardaban la música y el runrún de la maquinaria que de nuevo los pusiera a trotar. En las casetas, las lamparillas de naftalina se habían ido apagando una por una, y las lonas cubrían uno a uno los tableros de juego. Todo el gentío había vuelto a su casa, ya solo quedaba alguna lucecita en los ventanucos de las caravanas.


Nadie había reparado en aquella niña. Apoyada a un lado del tiovivo, vestida de negro por completo, escuchaba el último rumor de los pasos ya lejanos que se marcaba en el serrín y el murmullo de las despedidas. Entonces, sola en medio de aquel desierto de caballitos de perfil y de humildes barcas fantásticas, comenzó a buscar un sitio donde pasar la noche. Por acá y por allá, levantando las lonas que cubrían los tenderetes como si fueran mortajas, se abría paso en la oscuridad. Le asustaban los ratones que correteaban por los entablamentos repletos de desperdicios, y le daba miedo el mismo aleteo de las lonas que el aire hacía bambolearse como las velas de un barco. Se había escondido junto al tiovivo. Se coló dentro, y con el crujido de los pasos repicaron las campanillas que los caballos llevaban colgadas al cuello. No se atrevió a respirar hasta que no se reanudó el tranquilo silencio y la oscuridad no se hubo olvidado del ruido. En todas las góndolas, en todos los puestos buscaba con los ojos un lecho donde acostarse, pero no había en toda la feria un solo lugar donde pudiera echarse a dormir. Unos porque eran demasiado silenciosos, otros por culpa de los ratones. En el puesto del astrólogo había un montoncito de paja. Se arrodilló a su vera y al extender la mano sintió que tocaba una mano de niño.


No, no había un solo lugar. Despacio, se dirigió a los carromatos que estaban más alejados del centro de la feria, y descubrió que solo en dos de ellos había luces. Sujetó con fuerza su bolso vacío y se quedó indecisa mientras decidía en cuál iba a molestar. Por fin optó por llamar a la ventana de uno pequeño y decrépito que estaba allí al lado. De puntillas, ojeó el interior. Delante de una cocinilla, tostando una rebanada de pan, estaba sentado el hombre más gordo que hubiera visto jamás. Dio tres golpecitos con los nudillos en el cristal y luego se escondió en las sombras. Oyó que el hombre salía hasta los escalones y preguntaba: “¿Quién? ¿Quién? ¿Quién?”, repitió.


La voz de aquel hombre, tan fina como grueso era su cuerpo, le hizo reír.


Y él, al descubrir la risa, se volvió hacia donde la ocultaba la oscuridad.


-Primero llamas- dijo-, luego te escondes y después te ríes, ¿eh?


La niña apareció entonces en un círculo de luz, a sabiendas de que ya no le hacía falta seguir escondida.


-Una niña- dijo el hombre-. Anda, entra y sacúdete los pies.


Ni siquiera la esperó; ya se había retirado al interior del carromato, y ella no tuvo más remedio que seguirle, subir los escalones y meterse en aquel desordenado cuchitril. El hombre había vuelto a sentarse y seguía tostando la misma rebanada de pan.


-¿Estás ahí?- preguntó, porque en ese momento le daba la espalda.


-¿Cierro la puerta?- preguntó la niña. Y la cerró sin esperar respuesta.


Se sentó en un camastro y le observó tostar el pan.


-Yo sé tostar el pan mejor que tú- dijo la niña.


-No me cabe ninguna duda- dijo el Gordo.


Vio que colocaba en un plato un trozo de pan carbonizado, y vio que enseguida ponía otro frente al fuego. Se le quemó inmediatamente.


-Déjame tostártelo- dijo ella. Y él le alargó con torpeza el tenedor y la barra entera.


-Córtalo- dijo-, tuéstalo y comételo.


Ella se sentó en la silla.


-Mira cómo me has hundido la cama- dijo el Gordo-, ¿quién eres tú para hundirme la cama?


-Me llamó Annie- dijo.


Enseguida tuvo todo el pan tostado y untado de mantequilla, y la niña lo dispuso en dos platos y acercó dos sillas a la mesa.


-Yo me voy a comer lo mío en la cama- dijo el Gordo- Tú tómatelo aquí.


Cuando acabaron la cena, él apartó su silla y se puso a contemplarla desde el otro extremo de la mesa.


-Yo soy el Gordo- dijo-. Soy de Treorchy. El adivino de ahí al lado de es de Aberdare.


-Yo no soy de la feria- dijo la niña-. Vengo de Cardiff.


-Cardiff es una ciudad bien grande- asintió el Gordo. Y le preguntó por qué andaba por allí.


-Por dinero- dijo Annie.


Y luego él le contó cosas de la feria, los sitios por donde había andado, la gente que había conocido. Le dijo cuántos años tenía, qué pensaba, cómo se llamaban sus hermanos y cómo le gustaría ponerle a su hijo. Le enseñó una postal del puerto de Boston y un retrato de su madre, que era levantadora de pesas. Y le contó cómo era el verano en Irlanda.


-Yo siempre he sido así de gordo- dijo-, y ahora ya soy el Gordo. Como soy tan gordo, nadie me quiere tocar.


Le habló de una ola de calor en Sicilia, le habló del Mediterráneo. Ella le habló del niño que había encontrado en el puesto del astrólogo.


-Eso es por culpa de las estrellas otra vez- dijo él.


-Ese niño se va a morir- dijo Annie.


Él abrió la puerta y salió a las tinieblas. Ella no se movió. Se quedó mirando en derredor, pensando que a lo mejor él se había ido a buscar a un policía. Sería una fatalidad que la volviera a pillar la policía. Al otro lado de la puerta abierta, la noche estaba inhóspita y ella acercó la silla a la cocina.


“Si me van a pillar, mejor será que me pillen caliente”, se dijo.


Por el ruido, supo que el Gordo se acercaba y se echó a temblar. Subió los escalones como una montaña con patas, y ella apretó las manos debajo de su pecho flaco. A pesar de la oscuridad, vio que el Gordo sonreía.


-Mira lo que han hecho las estrellas- dijo. Traía en los brazos al niño del astrólogo.


Ella lo acunó. El niño lloriqueó en su regazo hasta quedarse callado. La niña le contó el miedo que había pasado después de que se fuera.


-¿Y qué iba a hacer yo con un policía?


Ella le contó que un policía la estaba buscando.


-¿Y qué has hecho tú para que te ande buscando la policía?


Ella no contestó. Tan solo se llevó al niño al pecho estéril. Y él vio lo flaca que estaba.


-Tienes que comer, Cardiff- dijo.


Y entonces se echó a llorar el niño. De un gemido, pasó el llanto a convertirse en una tormenta de desesperación. La niña lo mecía, pero nada lograba aliviarlo.


-¡Calla, calla!- dijo el Gordo, pero el llanto todavía fue en aumento. Annie lo sofocaba con besos y caricias, pero persistían los alaridos.


-Tenemos que hacer algo- dijo ella.


-Cántale una nana.


Así lo hizo, pero al niño no le gustó.


-Solo podemos hacer una cosa- dijo. Tenemos que llevarlo al tiovivo.


Y con el niño abrazado al cuello, bajó deprisa las escaleras del carromato y corrió por entre la feria, desierta, mientras el Gordo jadeaba pegado a sus talones.


Entre puestos y tenderetes llegaron hasta el centro de la feria, donde estaban los caballitos del tiovivo, y subió a una de las monturas.


-Ponlo en marcha- dijo ella.


Desde lejos se oía al Gordo dando vueltas al manubrio con que se echaba a andar aquel mecanismo que ponía a galopar a los caballitos el día entero. Ella oía bien el runrún espasmódico de la maquinaria. Al pie de los caballitos, las tablas se estremecían con el crujido. La niña vio que el Gordo apalancaba una manivela y lo vio sentarse en la montura del caballito más pequeño. El tiovivo empezó a dar vueltas al principio despacio, pero enseguida ganó velocidad. El niño que llevaba en brazos la pequeña ya no lloraba: batía las palmas. El airecillo de la noche le mesaba el cabello, la música le vibraba en los oídos. Los caballitos seguían dando vueltas y más vueltas, y el trepidar de sus pezuñas acallaba los lamentos del viento de la noche.


Y así fue como empezaron a salir de sus carromatos las gentes de la feria, y así encontraron al Gordo y a la niña de negro que llevaba en brazos a un pequeño. En sus corceles mecánicos daban vueltas y más vueltas, al compás de una música de organillo que iba en aumento.




DYLAN THOMAS






Dibujo realizado por Giselle Joandet

Andaguas




El cielo está eléctrico, rieles lo atraviesan

La violenta fricción incinera fantasías

Me tambaleo frenéticamente

Hoy los pájaros han decidido volar bajo.

van a golpearnos.

¿Acaso nadie nota cuan expuestos estamos?

Aleteos dementes contagian mi pecho,

el vertiginoso ritmo alterará

nuestra ciudad, hoy moriré.


Alguien dinamitó el pasto, hay subterráneos

minúsculos, volcanes que disparan insectos

La gente sigue calma. Yo soy una hormiga más

buscando elevar terreno antes que me sumerjan.


Este embudo es un portal al 2012.

No tengo la habilidad para cerrarlo.

Ahora recuerdo, cuando él arqueaba los labios

en forma de “U” las agujas de los relojes retrocedían.


Natalia Graciani


Ponete algo de…The Doors!!!





La canción de este mes es fundamental en la historia de esta banda, ya que gracias a la alteración de una parte de su letra donde Morrison hablaba de matar al padre y de follar a su madre resultando este cambio ofensivo al oído del dueño del bar en donde solían tocar los echaron de ahí. Sin embargo los estaba escuchando un productor, así obtuvieron el contrato para realizar su primer Lp y deleitarnos durante casi una década que afortunadamente se eternizó coronando a estos reyes de la psicodelia, te dejamos con esta tremenda letra y parafraseándola: El oeste es lo mejor, Ven aquí y haremos el resto!



El Fin

Este es el fin, bello amigo, este es el fin, mi único amigo, el fin
De nuestros elaborados planes, el fin de todo lo que se tenga en pie, el fin
Sin seguridad o sorpresa, el fin Yo nunca mirare dentro de tus ojos
Otra vez

Puedes hacerte una idea de lo que será tan ilimitado y libre
Desesperadamente necesitado de la mano de algún extraño
En una tierra desesperada

Perdido en una Romana tierra salvaje de dolor

Y todos los niños están locos, y todos los niños están locos
Esperando a la lluvia de verano

Hay peligro en el borde del pueblo, pasa por la autopista del rey, nena
Extrañas escenas dentro de la mina de oro, Pasa por la autopista del oeste, nena
Monta la serpiente, Monta la serpiente, hacia el lago, el antiguo lago, nena
La serpiente es larga siete millas , monta la serpiente
Es vieja y su piel es fría

El oeste es lo mejor, Ven aquí y haremos el resto
El autobús azul nos esta llamando. Conductor, donde nos lleva?

El asesino se despertó antes del amanecer, se puso sus botas
Tomó una cara de la vieja galería
anduvo por el pasillo
Fue a la habitación donde vivía su hermana y entonces pago una visita a su hermano
Y él camino por el pasillo, llego a una puerta, y miro dentro
"¿Padre?"-"¿Si hijo?"- "Quiero matarte! Madre, quiero......Follarte!


Vamos, nena, toma la oportunidad con nosotros
Y conóceme en la parte de atrás del autobús azul
Aun ahora.


Este es el fin, bello amigo, este es el fin, mi único amigo, el fin
Duele dejarte libre pero nunca me seguirás
El fin de la risa y las mentiras suaves
El fin de la noche nosotros intentamos morir
Este es el fin.


Todo uno



Lo que había en mi pecho

se agitaba en el cielo

como un pez.

El espacio era agua dorada

y rosa.

Las plantas nadaban en mí,

los animales bebían.

Me convertí en un hombre petiso

con barba.

Me subí a un banquito.

Voy a nacer mañana, anuncié.

Tendré una vida finita,

a ver si puedo recordar quién soy

naciendo joven e inexperto.

Cómo sabes que volverás a ser tú?

preguntó una amiga

y se transformó en zapato.

Quizás me tome muchas vidas, respondí.

Pertenecía a un pie derecho invisible,

no me contestó.


Giselle Joandet



Cólera de un intruso





Cuando la tía Eripsine comenzó a tener fiebre y las alucinaciones, Rómulo comenzó a mostrarse inquieto. Era raro, pero según la tía, nunca en todos los años que llevaba viviendo en esta casa se había sentido así, eran tales los síntomas que de a momentos seguía con la mirada algunos rostros que tomaban forma en las paredes, que aparentemente se mostraban susceptibles a los ojos azules de Eripsine, ya que le escapaban escurridizos y horrorizados. La tía en ese momento no entendía por qué.
Los primeros días, Rómulo logró disimular el miedo a lo peor, pero conforme las alucinaciones y el calor en la frente aumentaban, ese miedo de a poco cosechaba en su cara, y la idea de cruzar el bosque hasta la ciudad en busca de un médico, al cabo de un tiempo dominó toda su mente. Fue entonces, que partió cuando el ocaso, montado a un caballo. Había cargado provisiones suficientes para un día.
La tía, casi no pudo dormir durante la ausencia de Rómulo, en cada sueño lo veía al galope, acercándose, una ventana, luego una lluvia de vidrios, el miedo enroscándole la garganta. La respiración entrecortada se le transformó en la ausencia del hijo querido, y también en la necesidad de mantenerse despierta, con un vaso de agua fresca en la mesita de luz, y la compañía de la sobrina. Mi compañía. Me pedía que le contara cuentos, y como para olvidarse de la fiebre me señalaba la forma de los personajes, y algunas cuestiones de las historias, y a cada momento me decía: “En realidad no importa, para qué tanto detalle, total son cosas que no existen”. Entonces no me molestaba, pero al cabo de unas horas, se hizo insoportable. A cada rato, describía las imágenes de sus alucinaciones, maldecía, las insultaba, hacía el intento de echarlas de la casa, y me miraba con una sonrisa burlona; “Nena, no sabés que feo que es tener estos monstruitos encima, son como pesadillas fuera de mí”. Le expliqué que no era tan malo lo de las alucinaciones, que tal vez podía aprender a convivir con ellas, a aceptarlas como un reflejo de su mente anciana, no podía ser tan malo, al menos debió darles la oportunidad de que se acercaran a ella. Quién sabe, a lo mejor terminaban formando parte de su familia. Pero no, la tía decía que no, que Rómulo le iba a traer una cura, que las alucinaciones iban a desaparecer, que si no era así, lo mismo las iba a ignorar, porque no le interesaba otra persona más que su hijo, con él tenía la compañía que necesitaba.
Comencé a indignarme, a ponerme furiosa. Intenté cambiar de tema varias veces, pero la fiebre la tenía como sedada, sus palabras construían frases que de un modo o de otro, culminaban irremediablemente en lo de las alucinaciones, “no importa nena, de todas maneras no son de verdad, a quién le importa”. Entonces fue cuando me brotó el primer grito, una cólera desdeñosa me latía en la yugular, los dedos se hincaron en la palma de mi mano. Instintivamente, con el puño le asesté un tremendo golpe al vaso con agua y este irrumpió en un estruendo cristalino, los párpados de la tía se abrieron. Sus ojos mostraron esa inquietud clara del desconcierto. Advirtió el por qué de mi recelo; rompió a llorar, e imploró con miedo el nombre de Rómulo, que como un eco, repetían burlonamente las caras de la pared. En medio del llanto, la tía Eripsine espantada intentó levantarse de la cama, pero yo, que ya no estaba en mis cabales, le zurré un mamporro en la cara y la inercia la recostó otra vez sobre el colchón transpirado. Inmediatamente calló, sólo habló de nuevo para pedirme un té, decía que eso la calmaría. Caminé hasta la cocina para preparárselo; mientras echaba el agua en la pava oí un golpe, como la caída de un cuerpo al suelo, parecía ser que Eripsine se había levantado. Casi al unísono se escucharon el galope de un caballo y el trote de la tía acercándose a la ventana. Desde la puerta, que por fortuna se conecta directamente con la habitación de Eripsine que a su vez es comedor, la vi haciendo señas hacia afuera, gritando el nombre de su hijo. No podía dejar que sucediera lo temido, debía hacer algo; tomé el cuchillo más afilado y lo alcé como una espada pequeña. Corrí con desesperación hasta su cuerpo, y le di una puñalada profunda en la espalda, rápidamente se lo extirpé. Doy gracias de que no alcanzó a gritar nada.
Al llegar a la casa, Rómulo rompió en agonía, su madre yacía muerta sobre el marco de la ventana, por suerte para mí, el doctor afirmó que murió de un paro cardíaco, que la fiebre había subido tanto que alguna alucinación podía haber sido la causa de su muerte. La herida en la espalda se borró instantáneamente después de que le retiré el puñal del omóplato izquierdo.
Desde ese día, Rómulo vive solo en esta casa que a cada momento le recuerda a su madre, y ya casi no existo.


Damian Lovagnini Nievas

Y si en el oeste está el agite… ¿Este finde donde agitamos?






Como es habitual te damos la agenda para que estés al tanto de la movida nocturna por estos pagos.


Noviembre 2009


Viernes 13/11



WDK, Diagonal 18 en Luk s, Ramos Mejía, Perón 2840 – ex Gaona




Sábado 14/11

Cabezones En: Cerveza Club, Av. de Mayo 1881, Ramos Mejía (frente al colegio Don Bosco)

Viernes 20/11



Golpe de suerte, el brote, el semicírculo: En: Cerveza Club, Av. de Mayo 1881.

Ramos Mejía (frente al colegio Don Bosco)

Sábado 21/11



La Capozzoli, Mistongos, Ebano: 20 hs en Luk s, Ramos Mejía, Perón 2840 – ex Gaona




Sábado 28/11



Krill, el viejo puber: En Santana bar Pte Perón 414 ex Gaona.

Hermanos de la calle, La covacha: En: Cerveza Club, Av. de Mayo 1881, Ramos Mejía (frente al colegio Don Bosco)