Sentí un rayo de sol dilatándome las pupilas, ¿cannabis? No. Otra mañana despierta, despierta de vuelta, salí al patio a despejarme y dedique unos minutos a oler guapas flores y de tanto aspirarles el aroma se me vino en la realidad encima…me acordé que debía buscar trabajo ¡otra vez! Mire el cielo y pensé ¡Mi Buenos Aires querido, cuando me dejaras de joder!. Curriculum en mano, clasificados bajo el brazo y en mi cerebro unas ansias de tremendas de tener salario. Miré a mi gato con lastima, él ya no tenia comida y seria la próxima mía. Partí dispuesta a tomar el colectivo que me llevaría desde mi amado Morón hasta la capital de la nación, viajes largos si los hay, sacrifique mis últimas monedas para no arrugarme la ropa en el Sarmiento. _Menos mal que el colectivo vino rápido, es una bendición del infinito y del mas allá! Hay días en que espere más de media hora y encima que uno llega tarde, subís y te encontras con que al volante hay un malhumorado de aquellos, que te apura, te tira contra el vidrio y encima culpa a los baches, los apunta con insultos a lo Enrique Pinti pero poseído por la voz de Iorio y en ese instante en que la máquina desquiciante me traga las monedas y yo me trago mandarlo a la anatomía femenina de su madre, el tipo con barba crecida, camisa sucia y un aliento de aquellos, me ahoga con la mirada diciendo que la moneda está gastada o alguna estupidez ,en fin… que ponga otra. Yo, avergonzada por sus gritos, al borde de las lagrimas, rogando que los dos mil pasajeros me saquen la vista de encima, paso al fondo muy calladita, ya sin la ilusión casi romántica de que algún caballero le ofrezca el asiento a la embarazada que va con la ñata pegada al vidrio como un cabrito a punto de ser degollado, no puedo evitar pensar que pagué el doble, y que son tantos apoyándome que ya no se a quien debo guiñarle el ojo Ay por Ala! Que sea el de la dentadura completa! Todo se me pone en blanco y negro, quizás sea un bajón de presión, solo puedo ver una nena vestida de rojo bailando. Mierda! somos los excluidos de la lista de Schindler a bordo del 1! llega el momento de bajar! Ah! Esto es buenísimo! el Jeeper creeper disfrazado de chofer me deja exactamente en el medio del montículo de barro, se hubiera hecho millonario con la manzana de Sofovich el muy jodido! Levanto la frente y anclo mis tacos en el barro, una bandita de chicos con el pelito alisado adelante y batido atrás, me señalan, ríen. Quiero volver a los 80 cuando la ropa venia acompañada de ideologías y podía usar Guillerminas jugando en la plaza, entonces no debía caminar estas calles, ni la tira de la sandalia jugaba al sadomasoquismo con mi talón, uh baby baby is a wild World!
Al fin en destino, encuentro a una secretaria descortés que me da una planilla, la completo. El sol cambia de posición y sigo en la sala de espera. Me acerco y le pregunto ¿Falta mucho señorita? ella agria, distante contesta ¿Usted no ve la gente que hay delante suyo? yo apago mi mundo paralelo donde la golpearía impunemente y los demás desafortunados me llevarían en andas vitoreando mi nombre; en vez de eso tomo asiento y espero una hora más para entregar un formulario que tendrá como destino inmediato el tacho de basura, mi desierto económico no detiene el mundo y eso no es nada bueno, junto a la puerta me esperan cada mes boletas amontonadas. Así fue como aprendí que la luz del sol es buena compañía, que una garrafa no pesa tanto y que encontrarse con la gente es mejor que llamarlas por teléfono. Cada anochecer recordando la búsqueda de un trabajo fracasado, me han enseñado que esperar por el no valdrá la pena, que todos mis pensamientos positivos son utópicos y lo mas importante que aprendí es que cuando no se tienen ni dos pesos en el bolsillo un pollo y un gato son lo mismo!
Al fin en destino, encuentro a una secretaria descortés que me da una planilla, la completo. El sol cambia de posición y sigo en la sala de espera. Me acerco y le pregunto ¿Falta mucho señorita? ella agria, distante contesta ¿Usted no ve la gente que hay delante suyo? yo apago mi mundo paralelo donde la golpearía impunemente y los demás desafortunados me llevarían en andas vitoreando mi nombre; en vez de eso tomo asiento y espero una hora más para entregar un formulario que tendrá como destino inmediato el tacho de basura, mi desierto económico no detiene el mundo y eso no es nada bueno, junto a la puerta me esperan cada mes boletas amontonadas. Así fue como aprendí que la luz del sol es buena compañía, que una garrafa no pesa tanto y que encontrarse con la gente es mejor que llamarlas por teléfono. Cada anochecer recordando la búsqueda de un trabajo fracasado, me han enseñado que esperar por el no valdrá la pena, que todos mis pensamientos positivos son utópicos y lo mas importante que aprendí es que cuando no se tienen ni dos pesos en el bolsillo un pollo y un gato son lo mismo!
Nanita
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